!Todo poder dominicano está y deberá
estar siempre limitado por la ley y ésta por la justicia, la cual
consiste en dar a cada uno lo que en derecho le pertenezca ¡
Siendo la
Independencia Nacional la fuente y garantía de las libertades patrias,
la Ley Suprema del pueblo dominicano es y será siempre su existencia
política como Nación libre e independiente de toda dominación
extranjera, cual la concibieron los fundadores de nuestra asociación
política al decir el 16 de julio de 1838, DIOS, PATRIA Y LIBERTAD,
REPUBLICA DOMINICANA, y fue proclamada el 27 de febrero de 1844, siendo,
desde luego, así entendida por todos los pueblos, cuyos pronunciamientos
confirmamos y ratificamos hoy; declarando además que todo gobernante o
gobernado que contraríe. De cualquier modo que sea, se coloca ipso facto
y por sí mismo fuera de la ley.
Nunca me fue tan necesario como hoy el tener salud, corazón y juicio;
hoy hombre sin juicio y sin corazón conspiran contra la salud de la
patria.
Procuraré conservarme bueno, conservaré mi corazón y mi cabeza.
Dios ha de concederme bastante fortaleza para no descender a la tumba
sin dejar mi Patria libre, independiente y triunfante.
Hay palabras que por las ideas que revelan llaman nuestra atención y
atraen nuestras simpatías hacia los seres que las pronuncian.
Los providencialistas son los que salvarán la Patria del infierno a que
la tienen condenada los ateos, cosmopolitas y orcopolitas.
El crimen no prescribe ni queda jamás impune.
El buen dominicano tiene hambre y sed de justicia ha largo tiempo, y si
el mundo se la negase. Dios que es la Suma Bondad, sabrá hacérsela
cumplida y no muy dilatado; entonces, ¡ay! de los que tuvieron oídos
para oír y no oyeron, de los que tuvieron ojos para ver y no vieron....
¡la Eternidad de nuestra idea! Porque ellos habrán de oír y habrán de
ver entonces lo que no hubieran querido oír ni ver jamás.
En lo que están de acuerdo nuestros libertos es en lo del amo que
quieren imponerle al pueblo.
Trabajemos por y para la patria, que es trabajar para nuestros hijos y
para nosotros mismos.
Trabajemos, trabajemos sin descansar, no hay que perder la fe en Dios,
en la Justicia de nuestra causa y en nuestros propios brazos.
¿Tienes amigos? Prepáralos, porque los días se acercan; procura que no
se descarríen, pues va a sonar la hora de anularse para siempre, la hora
tremenda del juicio de Dios, y Providencial no será vengativo, pero sí
justiciero.
Vivir sin patria es lo mismo que vivir sin Honor.
Los enemigos de la Patria, por consiguiente nuestros, están muy acordes
en estas ideas: destruir la Nacionalidad aunque para ello sea preciso
aniquilar a la nación entera.
No somos más que unos ambiciosos que independizamos nuestro pueblo por
ambición y no tuvimos talento para hacer nuestra la riqueza ajena;
mientras que ellos (los orcopolitas), son los hombres honrados y
virtuosos pues han tenido la habilidad de hacerlo todo, hasta llamar al
extranjero; muestra inequívoca de lo muy amados que serán por la
justicia con que han procedido y procederán para con Dios y la Patria y
la Libertad del Dominicano.
Toda ley no declarada irrevocable es derogable y también reformable en
el todo o en parte de ella.
Toda ley no deroga clara y terminantemente, se considerará vigente.
La ley no puede tener, ni podrá tener jamás, efecto retroactivo.
Ninguno podrá ser juzgado sino con arreglo a la ley vigente y anterior a
su delito; ni podrá aplicársele en ningún caso otra pena que la
establecida por las leyes y en la forma que ellas prescriban.
¡Aprovechemos el tiempo!
Lo que la ley no prohíbe, ninguna persona, o sea no sea autoridad, tiene
derecho a prohibirlo.
La ley, salvo las restricciones del derecho, debe ser conservadora y
protectora de la vida. Libertad, honor y propiedades del individuo.
Todo poder dominicano está y deberá estar siempre limitado por la ley y
ésta por la justicia, la cual consiste en dar a cada uno lo que en
derecho le pertenezca.
Ningún poder de la tierra es ilimitado, ni el de la ley tampoco.
Toda ley supone una autoridad de donde emana, la causa eficiente y
radical de ésta es, por derecho inherente, esencial al pueblo e
imprescriptible de su soberanía.
Se prohíbe recompensar al delator y al traidor, por más que agrade la
traición y aun cuando haya justos motivos para agradecer la delación.
La ley es la que da al gobernante el derecho de mandar e imponer al
gobernado la obligación de obedecer.
La Nación está obligada a conservar y proteger por medio de leyes sabias
y justas la libertad personal, civil e individual, así como la propiedad
y demás derechos legítimos de todos los individuos que la componen; sin
olvidarse para con los extraños, a quienes también se les debe justicia,
de los deberes que impone la filantropía.
Toda autoridad no constituida con arreglo en la ley es ilegítima y por
tanto, no tiene derecho alguno a gobernar ni se está en la obligación de
obedecerla.
La Nación dominicana es libre e independiente y no es ni puede ser jamás
integrante de ninguna otra Potencia, ni el patrimonio de familia ni
persona alguna propia ni mucho menos extraña.
La nación dominicana es la reunión de todos los dominicanos.
La religión predominante en el Estado deberá ser siempre la Católica,
Apostólica, sin perjuicio de la libertad de conciencia y tolerancia de
cultos y de sociedades no contraídas a la moral pública y caridad
evangélica.
Arrojado de mi suelo natal por ese bando parricida que empezando por
proscribir a perpetuidad a los fundadores de la República ha concluido
por vender al extranjero la Patria, cuya independencia jurara defender a
todo trance, he arrastrado durante veinte años la vida nómada del
proscrito.
Sonó la hora de la gran traición..., y sonó también para mí la hora de
la vuelta a la Patria: el Señor allanó mis caminos...
No he dejado ni dejaré de trabajar a favor de nuestra santa causa
haciendo por ella, como siempre, más de lo que puedo; y si no he hecho
hasta ahora todo lo que debo y he querido, quiero y querré hacer siempre
en su obsequio, es porque nunca falta quien desbarate con los pies lo
que yo hago con las manos.
Mientras no se escarmiente a los traidores como se debe, los buenos y
verdaderos dominicanos serán siempre víctimas de sus maquinaciones.
En Santo Domingo no hay más que un pueblo que desea ser y se ha
proclamado independiente de toda potencia extranjera, y una fracción
miserable que siempre se ha pronunciado contra esta ley, contra este
querer dominicano, logrando siempre por medio de sus intrigas y sórdidos
manejos adueñarse de la situación y hacer aparecer al pueblo dominicano
de un modo distinto de cómo es en realidad; esta fracción, o es y será
siempre todo, menos dominicana; así se la ve en nuestra historia,
representante de todo partido antinacional y enemigo nato por tanto de
todas nuestras revoluciones; y si no, véase ministeriales en tiempo de
Boyer, y luego riveristas, y aún no había sido el 27 de febrero, cuando
se les vio proteccionistas franceses y más tarde anexionistas americanos
y después españoles.
Ahora bien, si me pronuncié dominicano independiente. Desde el 16 de
julio de 1838, cuando los nombres de Patria, Libertad, Honor Nacional se
hallaban proscritos como palabras infames, y por ello merecí, en el año
de 1843, ser perseguido a muerte por esa fracción haitiana, y por
Riviére que la protegía, y a quien engañaron; si después, en el año de
1844 me pronuncié contra el Protectorado francés, decidido por esos
facciosos, y cesión a esta Potencia de la Península de Samaná,
mereciendo por ello todos los males que sobre mí han llovido; si después
de veinte años de ausencia he vuelto espontáneamente a mi Patria a
protestar con armas en la mano contra la anexión a España llevada a cabo
a despecho del voto nacional por la superchería de ese bando traidor y
parricida, no es de esperarse que yo deje de protestar, y conmigo todo
buen dominicano, cual protesto y protestaré siempre, no digo tan sólo
contra la anexión de mi Patria a los Estados Unidos, sino a cualquiera
otra potencia de la tierra, y al mismo tiempo contra cualquier tratado
que tienda a cercenar nuestro territorio o cualquier de los derechos del
Pueblo Dominicano.
El Gobierno debe mostrarse justo y enérgico... o no tendremos Patria y
por consiguiente ni libertad ni independencia nacional.
Nuestra Patria ha de ser libre e independiente de toda Potencia
extranjera o se hunde la isla.
Por desesperada que sea la causa de mi Patria, siempre será la causa del
honor y siempre estaré dispuesto a honrar su enseña con mi sangre.
El amo a la patria no hizo contraer compromisos sagrados para con la
generación venidera; necesario es cumplirlos, o renunciar a la idear de
aparecer ante e tribunal de la Historia con el honor de hombre libres,
fieles y perseverantes.
Sensible a la honra que acabareis de hacerme, dispensándome vuestros
sufragios para la primera Magistratura del Estado, nade me será más
lisonjero que saber corresponder a ella llenando el hueco de vuestras
esperanzas, no por la gloria que de ello resaltaría, sino por la
satisfacción de veros, cual lo deseo, libres, felices, independientes y
tranquilos, y en perfecta unión y armonía llenar vuestros destinos,
cumpliendo religiosamente los deberes que habéis contraído para con
DIOS, para con la PATRIA, para con la LIBERTAD y para con vosotros
mismos.
Sed justos lo primero, si queréis ser felices. Ese es el primer deber
del hombre; sed unidos, así apagaréis la tea de la discordia y venceréis
a vuestros enemigos, y la patria será libre y salva. Yo obtendré la mayo
recompensa, la única a que aspiro, al veros libres, felices,
independientes y tranquilos.
La política no es una especulación; es una Ciencia más pura y la más
digan, después de la Filosofía, de ocupar las inteligencias nobles.
Lo poco o mucho que hemos podido hacer o hiciéramos aún en obsequio de
una Patria que no es tan cara y tan digna de mejor suerte, no dejará de
tener imitadores; y este consuelo nos acompañará hasta la tumba.
¡
Vivir sin patria, es Io mismo que vivir sin honor!